Hoy en día es frecuente, en la elaboración de diagnósticos, planes de acción y proyectos, contar con la opinión de las personas implicadas y hacer uso de diferentes técnicas que garanticen el debate, la participación y la transparencia de cualquier proceso y que incluyan herramientas para informarse y para participar.
Los procesos participativos son instrumentos necesarios para favorecer la fase deliberativa y el contraste de perspectivas diferentes, antes de la toma de decisiones, sobre temas de interés social. De esta forma los procesos requieren de la inclusión de diferentes acciones que incluyan la participación para que diferentes personas tomen parte, se impliquen y propongan.
La participación no se improvisa por lo tanto; para que pueda producirse esa relación beneficiosa entre ciudadanía y la organización, se necesitan instrumentos, medios, canales y creatividad que permitan la implicación de las personas. La diversidad de objetivos y de escenarios requiere creatividad para la adaptación o el diseño de procesos que aseguren la participación.
Es en el propio proceso donde se aprende a escuchar a otras personas, a trabajar colectivamente, a respetar reglas mínimas para la convivencia y donde las personas participantes van ganando confianza y perdiendo el miedo a expresarse.